sábado, 10 de mayo de 2014

Memoria, herencia cultural y construcción de ciudadanía


¿Cómo transmitir una tradición como herencia viva y no como mandato cristalizado? ¿Cómo se ocupa la escuela de esa transmisión? La incorporación de nuevas efemérides, ¿marca una nueva mirada para democratizar la herencia, o es una mera acumulación de nuevos bronces?  El modo en el que se realiza el traspaso de las tradiciones caracteriza el vínculo entre las generaciones y el tipo de ciudadanía que se pretende construir. Les propongo iniciar una reflexión a partir de este fragmento de Sergio Guelerman. Si les interesa pueden acceder al texto completo a través del vínculo en el título del artículo.


"La escuela, constructora de identidades por excelencia, se enfrenta con una situación y una demanda para las cuales no fue preparada y sólo atina a responder con los elementos clásicos de su repertorio, corriendo el riesgo de transformar la interpelación necesaria en banalización obligada.
Por el contrario, sostengo que esta interpelación debe apuntar a brindar a las nuevas generaciones instrumentos para no ser sorprendidos en el espanto frente a la posibilidad cierta de futuras repeticiones de la barbarie genocida o de cualquier otra. Brindarles elementos de análisis que les resulten útiles para la percepción de futuras realidades que se aprestan a vivir. Contribuir activamente en la constitución de sujetos capaces de analizar determinadas situaciones y de construir un discurso propio antes que sumarse a discursos desde los cuales se los interpele sin necesidad de análisis previo. Sujetos capaces de dudar y que necesiten hacerlo.

Entre los principios de los que se parte para este análisis, destaco la necesidad de correrse del discurso tradicional de conocer para no repetir, que no toma en cuenta las enseñanzas de la historia de la humanidad –y, en especial, del sorprendente siglo XX- tanto como las del psicoanálisis. "

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