La lengua, como el sujeto, crece, evoluciona, cambia. Los hablantes y los escritores en sus quehaceres cotidianos como tales provocan modificaciones en el lenguaje, establecen y fijan expresiones, generan la reflexión en los estudiosos y los organismos dedicados al estudio y seguimiento de la lengua. Las normas, por eso, no son tan fijas como podemos creer.
A veces, tras mucho tiempo de convivencia de formas similares para escribir y decir/hablar/ nombrar, se definen unas sobre otras y se implementan nuevos usos, nuevas normas ortográficas. Les dejamos un enlace para que, si les interesa, lo consulten, lean, se asombren, y... opinen.
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